AG Family Office EAF, 19.05.2021
Tuvimos unos buenos primeros meses de 2021, lo cual es un poco embarazoso de escribir dada las crisis sociales y de salud que vive el mundo actualmente, pero, no obstante, es cierto.
No hemos sido muy activos durante este primer cuatrimestre del año debido a que estamos contentos con el posicionamiento actual de las carteras. Hoy, las carteras que asesoramos han superado el punto máximo que se estableció antes de que comenzara la pandemia.
Lo que da de sí un año. Durante estos mismos días el año pasado, Europa estaba en cuarentena para aplanar la curva de contagios, los índices europeos de renta variable venían de caer un 34% desde máximos y nosotros no hacíamos más que repetir los beneficios del “no hacer nada” frente a la volatilidad.
Como siempre mencionamos en nuestras cartas de inversión, nuestras carteras están construida para generar un sólido retorno a largo plazo durante períodos de cinco, diez y quince años. Sin embargo, el viaje no siempre será “dócil”. La realidad es que habrá periodos en los que el valor de nuestras carteras se acelerará y periodos en los que irá a la inversa.
Si bien disfruto de cuatrimestres como este, donde nuestras carteras se benefician del incremento de las valoraciones, sigo prefiriendo evaluar nuestros resultados en períodos de varios años en lugar de cuatrimestres.
Por otro lado, y cuando miro los miles de millones de euros que se están invirtiendo en inversiones especulativas, desde “chicharillos” (acciones de altísimo riesgo) hasta monedas alternativas o “modas temáticas”, recuerdo que de vez en cuando los inversores pierden el norte y solo piensan en generar riqueza de forma apresurada. No somos pesimistas y nos gustan como están invertidas nuestras carteras, pero percibimos un excesivo optimismo sobre algunas temáticas para los próximos años.
Nuestro trabajo
«Hacerlo bien con el dinero tiene poco que ver con lo inteligente que eres y mucho con cuál es tu comportamiento». Morgan Housel.
Leí recientemente que los volúmenes de negociación de acciones en los mercados estadounidenses aumentaron un 92% en enero en comparación con el año anterior. Con el volumen total de negociación en acciones a nivel mundial aumentando de los $89 billones en 2019 a los $137 billones el año pasado. Lo llamativo es que el valor total de todos los mercados de acciones a nivel mundial es de aproximadamente 100 billones de dólares, lo que sugiere que el período de tenencia medio de cada acción se ha reducido a unos nueve meses. Da la impresión, que todo el mundo está haciendo trading.
La verdad es que a la gente le gusta ser activa, comprar y vender, da lo mismo si son acciones, criptomonedas o fondos de inversión, al menos cuando el mercado está subiendo.
No hace mucho, un conocido me preguntó cómo me ganaba la vida. Se lo dije y antes de que acabara el minuto, me soltó: «Nunca entenderé el sentido de pagar a alguien solamente para que elija mis fondos de inversión”.
La razón para pagar a alguien “solamente para que elija mis fondos de inversión” es porque le estás pagando para que haga algo completamente diferente, que es, ser su asesor. Desde mi punto de vista, invertir es un poco como los deportes profesionales: a pesar de todos los comentarios sobre tácticas y drama humano, la mayoría de los juegos los gana el equipo con mejores jugadores. El trabajo del gestor de carteras es identificar a los mejores jugadores, adquirirlos a precios razonables y sobretodo retenerlos durante mucho tiempo (interés compuesto) mientras la volatilidad del mercado intenta destruir la lógica y la paciencia de la mayoría de los inversores.
Un número elevado de grandes fortunas se hicieron a través de la inversión en un único y extraordinario negocio durante muchos muchos años (Amazon, Alibaba, Roche, Wallmart, Mars, Hermes, etc). Hacerse rico es mucho más difícil si eres muy activo invirtiendo o si saltas de un fondo de inversión a otro regularmente, primero por la parte fiscal, pero sobretodo porque cuantas más decisiones tomes, menos convicción demuestras en que tus inversiones vayan a tener éxito.
Un gestor o un asesor, debería dedicar la mayor parte de su tiempo a tratar de aprender cómo optimizar el patrimonio de sus clientes a largo plazo y, al mismo tiempo, asegurarse de que las inversiones en cartera siguen siendo la mejor alternativa para hacer crecer su patrimonio. Una vez hecho, solo hay que levantarse cada día y hacerlo de nuevo.
Históricamente, el mercado ha tendido a recompensar a aquellos inversores que “han elegido bien sus batallas”, se han mantenido invertidos con paciencia durante largos períodos, y han comprendido todo su potencial (es decir, no redujeron ni abandonaron la posición «porque ya subió o bajó mucho”). Puede parecer simple y obvio (Buy&Hold, etc.), pero este modelo no está exento de desafíos.
El hecho es que el modelo de negocio de la mayoría de los asesores en la actualidad puede no estar alineado para ofrecer rendimientos a largo plazo para los inversores. La industria en torno a la gestión de activos a menudo prioriza las tendencias a corto plazo y la asignación de capital a gestores que pueden suministrar cualquier tipo estrategia que esté de moda ese mes, trimestre o año.
Nosotros, no es así como elegimos invertir. Somos inversores que primero buscamos oportunidades para devolver varios múltiplos sobre la inversión inicial, de una manera fiscalmente eficiente y durante un período de tiempo prolongado. Y segundo, procuramos “no cambiar de rumbo cada vez que cambia el viento”. Si bien esta estrategia puede producir resultados volátiles, creemos que limita la dilución de ideas y protege los rendimientos de las carteras del fisco y habituales prácticas en las entidades bancarias.
Una historia legendaria.
Mi objetivo al dirigir este Family Office es simple. Estoy tratando de generar riqueza y seguridad para todos nosotros aprovechándonos del efecto del interés compuesto a largo plazo, y hacerlo de una manera que nos permita dormir bien por la noche.
La buena noticia es que, si podemos continuar capitalizando nuestros rendimientos durante el tiempo suficiente, la riqueza realmente se acumula.
Creó el fondo a finales de 1954 y durante los 37 años que lo gestionó, a pesar de que la mitad de los años no batió su índice de referencia, se jubiló (1991) con uno de los mejores registros de inversión de todos los tiempos.
En el transcurso de esos 37 años, el Fondo generó una rentabilidad del 17,862%, más de tres veces la rentabilidad de su índice de referencia, el S&P 500 que fue para el mismo periodo de 5,243%. Puede que no haya nadie más que haya triplicado el rendimiento del S&P 500 durante casi 4 décadas.
Una forma de caracterizar su estilo de inversión es que cuando encontraba algo interesante y llegaba a conocerlo bien, permanecía en ello.
No es lo normal, inversores, asesores y banqueros, regularmente gravitan sus inversiones de temáticas que fueron populares ese año a las que lo son el próximo año.
Una de las razones por las que esta no es una estrategia muy exitosa, es que implica que tienes que saber mucho sobre muchas cosas, mientras que John Templeton solo tenía que saber mucho sobre algunas pocas inversiones, eso sí, las entendía muy bien.
Como puedes ver en la tabla, el +30% del último año (1991) tiene un impacto en la rentabilidad desde inicio equivalente al 4.284,8% (de 13.577% a 17.862%). Cuando se permite trabajar al interés compuesto, este puede ser asombrosamente eficaz. Eso sí, lleva mucho tiempo para que funcione, un amplio conocimiento de la inversión y no se puede hacer a trompicones.
Psicológicamente, no es fácil. Pero este me parece que es un buen ejemplo de una situación en la que tiene sentido ignorar recientes subidas, olvidarse del proverbio de que «nunca se pierde dinero realizando plusvalías » y no confundir la aparente pereza e inactividad necesarias para permanecer paciente mientras que la capitalización hace su trabajo.
Las grandes ideas son tan buenas como el proceso de inversión para llevarlas a cabo.
Si estuviera evaluando a un asesor para los activos de mi familia, daría prioridad a uno con un sólido proceso de inversión para mantener buenas ideas en cartera. Ideas que se mantuviesen durante períodos en que otros podrían estar tentados a vender (incluido en mercados alcistas) o incluso a no invertir, debido a que ya haya subido de precio.
“Quizás la lección más importante que he aprendido sobre la inversión es que cuando no hay nada que hacer, no hay que hacer nada. El problema es que no hacer nada, puede ser lo más difícil de hacer. Todos queremos sentir que estamos siendo proactivos y eso requiere hacer algo incluso cuando no hay nada que hacer. Por lo tanto, se necesita mucha disciplina para resistir la tentación de hacer algo y comprometerse a no hacer nada. Sin embargo, comprometerse a no hacer nada es probablemente lo más proactivo que se puede hacer”. Jesse Felder
Alexandre García Pinard